viernes, diciembre 21, 2007

21 de Diciembre de 2007

FARO DE VIGO

Enterrado en Marín un marinero fallecido en Irlanda hace 62 años

Julio Santos Pena / MARÍN
Los restos mortales de José Dopazo Posse descansan ya en el cementerio de Santa María do Campo 62 años después de su fallecimiento en Irlanda tras sufrir un accidente de mar. La llegada del féretro a la iglesia parroquial de Seixo donde se ofició una misa por su alma y, posteriormente al cementerio de Santa María do Campo, donde recibió sepultura para descasar definitivamente en paz estuvo rodeada de una gran emotividad entre las numerosas personas que quisieron estar al lado de los familiares del finado.
La familia de José Dopazo Posse guardaba en lo más profundo de sus corazones el deseo de repatriar los restos del marinero que fuera enterrado en 1945 en el cementerio católico de Bantry (Irlanda) ante la imposibilidad de la época de trasladarlo a Marín porque el "Alfil", barco en el que faenaba no tenía condiciones y no hay más que acordarse de cómo eran aquellos arriesgados pesqueros de madera y reducidas dimensiones y sin cámaras de frío, además de la larga travesía que debería hacer hasta Marín.
Allí se quedó el finado y en Marín su familia, mujer y cinco hijos de corta edad. Los seis unieron a su desgracia la precariedad económica de los años cuarenta en plena postguerra, lo que supuso un drama doble que la viuda supo como otras muchas en parecida situación sacar la familia adelante no sin dificultades y penurias.
Búsqueda
Quiso el destino que uno de los hijos del malogrado marinero arribase al mismo puerto años después, también con motivo de una avería del barco y decidió buscar la tumba de su padre consiguiendo encontrarla en el pequeño cementerio irlandés junto a la de otros españoles presumiblemente de la provincia o, al menos, gallegos fallecidos también en los mismos días que el marinense a causa del fuerte y continuado temporal que azotara a las costas irlandesas.
Benito Dopazo comprobó cómo las cruces que coronaban las tumbas eran de madera por lo que regresó al barco y, experto motorista, construyó otra de bronce que colocó en la cabecera de la de su padre. Allí quedó la satisfacción de Benito por haber encontrado el lugar de reposo de su padre pero también el deseo de que algún día pudiese ser trasladado a Marín, cosa nada fácil por la densa tramitación que se precisa para ello.
Deseo cumplido
Pero la vida da muchas vueltas, aunque a veces lentas, como en esta ocasión y quiso la casualidad o quizá el deseo de ver cumplido el deseo de su padre, que un nieto del marinero fallecido, hijo a su vez de Benito Dopazo, viajase a Irlanda pasando por las cercanías del cementerio católico al que acudió para saber si, pasados tantos años, los restos mortales del marinero seguían en el mismo lugar, como así fue y además con la intacta cruz que Benito había fabricado y colocado también hace muchos años.
Con la buena noticia, la familia decidió que podría haber llegado el momento e inició las gestiones para la exhumación y repatriación de los restos a Marín y para ello encontraron todo tipo de apoyo por parte de las autoridades irlandesas, de la embajada española y de los vecindario de la zona, que supieron valorar el gesto de esta familia y pusieron de su parte para que hiciesen realidad la ilusión tantos años reprimida en sus corazones. Incluso se celebró un acto religioso oficiado por un sacerdote paúl de aquella ciudad a la que asistieron varios familiares del finado, entre los que se encontraba un emocionado Benito Dopazo incapaz de articular palabra ante la piadosa respuesta del pueblo irlandés. que se volcó con ellos.

LA VOZ DE GALICIA

Japón suspende la caza de ballenas jorobadas

El ministro portavoz, Nobutaka Machimura, indicó que la caza de esas ballenas quedará suspendida mientras se negocia la reforma de la Comisión Ballenera Internacional.

El Gobierno japonés ha anunciado que ha decidido suspender la captura de ballenas jorobadas, que iba a emprender este año por primera vez desde la moratoria impuesta en 1963 y que había creado una fuerte controversia internacional.

El ministro portavoz japonés, Nobutaka Machimura, indicó que la caza de esas ballenas quedará suspendida mientras se negocia la reforma de la Comisión Ballenera Internacional, pero se mantendrá la llamada campaña científica para la captura de los otros cetáceos, según informó la agencia local Kyodo.

Los balleneros nipones tenían previsto cazar este año 50 ballenas jorobadas, además de 850 ballenas mink y medio centenar de ballenas de aleta pretextando fines científicos, pero su campaña ha estado rodeada este año de una especial controversia.

El Gobierno de Australia decidió vigilar con barcos y aviones en la inminente campaña anual de los balleneros japoneses, en una operación dirigida desde la nave «Oceanic Viking», para demostrar que no hay fines científicos en la campaña nipona.

El hecho de que los japoneses anunciasen su decisión de capturar este año la especie protegida de ballena jorobada no hizo más que azuzar las críticas.

La ballena jorobada, también conocida como yubarta, es un cetáceo de 40 toneladas de peso que pude llegar a medir 20 metros, con un cuerpo característico que recuerda a una joroba.

Esta especie es una de la especies más observadas por los turistas que contratan empresas de avistamiento de ballenas en todo el mundo, una industria que genera millones de dólares cada año.

Junichi Sato, responsable de asuntos marítimos de la organización ecologista Greenpeace, expresó a Efe su satisfacción por el hecho de que Japón abandone su intención de cazar esas especies protegidas, pero subrayó que mantiene su campaña ballenera.

Sato señaló que ello supondrá que Japón seguirá cazando mil ballenas este año, como hizo en 2007, y urgió a los balleneros nipones a que dejen de capturar estos cetáceos por completo.





2 comentarios:

Guillermo Manuel de Villena dijo...

A todos los tripulantes y al comandante de esta nave: os deseo que paseis unas felices navidades y que en el 2008 nos lleve por todos esos mares aún desconocidos.
Saludos, Capi.

Javier dijo...

Muchas gracias por tus deseos, Fletcher