lunes, junio 02, 2014

2 de Junio de 2014

ABC. CULTURA


JESÚS GARCÍA CALEROCALEROJE / MADRID
Día 02/06/2014 - 11.50h

Un equipo francés estudia con la más alta tecnología disponible los restos naufragados del Día D junto a las playas de la invasión

Aquí reina el silencio. Una quietud casi absoluta, infinita: la del fondo oceánico, que se impone a otro silencio: el de los restos sumergidos de la mayor armada jamás reunida en una batalla [visita aquí la galería de imágenes del documental]. Setenta años después del Desembarco de Normandía –que se cumplirán el próximo viernes– un equipo multidisciplinar de investigadores, arqueólogos, técnicos, historiadores, veteranos y cineastas, ha investigado como nunca antes los fondos marinos de las playas de la invasión aliada. Dotados con la más alta tecnología disponible hoy han encontrado muchos pecios que no se conocían: tanques, lanchas, pertrechos; y han identificado otros, en un trabajo que lleva realizándose más de un año y que aportará, cuando concluya, un conocimiento completo del inmenso yacimiento arqueológico de más de 500 kilómetros cuadrados. Un lugar fundamental de la historia del siglo XX que ahora espera la protección cultural de la Unesco.

Aquellas playas también recibieron su nombre de guerra. Fueron Sword, Juno, Gold, Omaha y Utah. Orillas donde se vivieron escenas terribles, donde se contó la muerte de 20.000 soldados, entre alemanes y aliados, solo aquel día 6 de junio de 1944, cuando las oleadas de lanchas LCVP, atestadas de hombres, se sucedían bajo un fuego infernal, tan intenso que muchos de sus equipos, barcos, tanques, municiones, acabaron en el fondo junto a tantos camaradas.

Dice Paul Valéry en el inicio de «El cementerio marino»: «¡El mar, el mar siempre recomenzando!/ ¡Qué mejor recompensa después del pensamiento/ que observar largamente la calma de los dioses!» Esta es la historia de un viaje a ese silencioso, calmado cementerio marino del Día D, donde los científicos tratan hoy de extraer toda la información histórica que aún guardan los viejos restos de aquellas armas olvidadas como cicatrices cubiertas de arena y algas.

400 pecios documentados
Los primeros resultados de esta investigación dejaron de ser un secreto anteanoche, cuando se estrenó en Francia el documental titulado «Día D: ellos inventaron el desembarco», filme de Marc Jampolsky producido por MC 4/ LCL. Lo que cuenta es asombroso.

Desde el Drassm, la agencia francesa de arqueología subacuática, Olivia Hulot y Michel L’Hour, su director, relatan para ABC los detalles de un proyecto que comenzó en 2011, cuando Sylvain Pascaud propuso un nuevo inventario del yacimiento. El trabajo de campo comenzó en julio de 2013, bajo un estricto secreto protegido por la Marina, con un equipo de 40 personas, entre arqueólogos, historiadores, técnicos de submarino, vehículos remotos y AUV, así como los tripulantes del buque del Drassm, el André Malraux y del catamarán Etoile Magique. Hulot confiesa que no se puede navegar por esas aguas, máxime si se investiga el Día D, sin dejar de sentir emoción ante el sacrificio del que fueron testigo.

Con equipos de sonar y sondas multihaz se ha trazado la más completa batimetría (mapa de profundidad) de la zona y una exploración sistemática de los restos. Han hallado más de 400 vestigios de naves y carros. El resultado de esta exploración con tecnología de la era espacial, unida a una intensiva investigación en archivos, ha dado como primer fruto una base de datos impresionante. Toda esa información ha servido a Dassault Systems para crear un modelo 3D del desembarco y los equipos que puede verse en el documental.

Planos secretos de la batalla
Aún se tardarán años en poner a disposición del público la totalidad de las conclusiones que pueden extraerse de este enorme trabajo colectivo, tanto a nivel científico como divulgativo, en la serie de documentales que el equipo tiene previsto ir produciendo.

El documental narra la exploración del fondo y acompaña a los científicos en los agridulces momentos en los que van descubriendo los restos de la batalla, y nos presenta a unos invitados muy especiales: veteranos y miembros de la resistencia que, en tres casos señalados, se atrevieron a sumergirse en el mini submarino canadiense Aquarius y visitar los restos herrumbrosos de la batalla de la que fueron eran parte.

Además, historiadores e ingenieros navales acudieron a los archivos militares históricos para estudiar los mapas y planos secretos de la batalla, que aún conservan el sello encarnado de «top secret» (hoy desclasificados).

También se han reconstruido las lanchas de desembarco LCVP, o «barca de Higgins» en honor de su creador. Se fabricaron 20.000 unidades de esta práctica lancha capaz de llevar 36 hombres hasta la playa y retroceder de inmediato. Y hoy solamente se conservan algunas reconstrucciones, debido a que fueron hechas de madera contrachapada, con excepción del portón metálico.

¿Qué ocurrió tras la batalla?
Después de la batalla, los aliados realizaron una completa limpieza de las playas y de toda la bahía del Sena. También pusieron en marcha una gran operación de desguace, que sacó durante décadas el último provecho de gran parte de los viejos navíos naufragados. Muchos miles de artefactos explosivos fueron neutralizados y un gran número de pecios arrasados. En 1994, coincidiendo con el cincuentenario del Día D, la agencia arqueológica francesa exigió que terminara la explotación de chatarra y que se protegieran los yacimientos que aún quedaban.

Así, entre 2000 y 2002 un equipo americano dirigido por Robert Neyland y James Schmidt, del INA, investigaron restos navales estadounidenses, entre ellos localizaron el USS Meredith, USS Rich, el USS Tide, L523... hasta 58. En 2004 fueron los canadienses quienes se asomaron a la playa Juno, en la que habían luchado sus tropas, y filmaron un documental. En 2011 llegó el turno de los ingleses, con la Hydrographic Office al frente. Por fin en 2012, el Drassm francés comenzó a probar equipos pensando en esta gran operación que acaba de darse a conocer.

El arqueólogo Michel L’Hour advierte de que la mayoría de restos son metálicos y se conservan peor que los de los viejos navíos de madera: «La madera tiende a encontrar una estabilidad en el fondo del mar. El metal sufre corrosión y tiende a desaparecer. A esa profundidad media de 25 metros, sacudidos por las mareas, no durarán más que 50 o 100 años. Esto es inevitable. Incluso hemos estudiado métodos para tratar de protegerlos».

Muy pronto en el mar de Normandía no quedará nada del Día D, salvo la historia, porque este proyecto científico ha salvado toda la información que los restos aún guardaban y la ha empezado a poner a disposición de la sociedad. ¿Se imaginan en España un proyecto parecido con los buques de Trafalgar? Eso, que parece un sueño, resulta sin duda casi imposible de imaginar por el momento. Cuando España quiera reivindicar su mejor historia y crear equipos como el que acaban de poner en marcha los franceses, con tecnología e innovación propias, en proyectos estatales ambiciosos, habrá cocumentales y se podrá decir que ya es otra historia.

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